Lisboa: fado y sentimiento

Amor mío el día uno de mayo hizo diez años que papá y yo nos casamos y para celebrarlo decidimos pasar el puente en Lisboa, quiero expresarte los maravilloso que ha sido este viaje.
Desde el principio la naturaleza se alió con nosotros y nos ha hecho unos días estupendos, calorcito tolerable por el día y unas noches agradables. El viaje en coche fue increíble, me encanta que papi con su suavidad al volante me lleve a cualquier sitio y mucho más si el paisaje acompaña y en este lo hacía y mucho, me ha sorprendido el bosque mediterráneo de la sierra de Córdoba, las dehesas, los chaparros, las encinas con sus distintas tonalidades de verde, algo que yo no pensaba que se conservara tan virgen y al ladito de donde vivimos, las ovejas, las vacas y los toros nos acompañaban en nuestro caminar.

Después de seis horas de disfrutar del buen hacer de papá al volante apareció Lisboa con su puente impresionante sobre el río Tajo, que ciudad más bonita.
Cariño Lisboa es una ciudad para disfrutar del paseo, su barrio antiguo, con sus casa de colores y esos tejados impresionantes, a pesar de parecer muchas de ellas descuidadas le dan una aire de romanticismo que desde el principio nos envolvió a papá y a mi.
Sus innumerables y coquetas plazas, sus tranvías y elevadores, cualquier rincón hacia el que mires te transporta a un pasado inconcreto y te invita a vivir tu propia aventura, todo ello envuelto en el canto desgarrado de un fado.

La gente es amable y abierta, dispuesta en todo momento en hacer un esfuerzo por entenderte independientemente del idioma que utilices, aquí la torre de babel se hace menos insalvable.
Por cierto hemos tenido dos encuentros entrañables, uno de los días mientras disfrutábamos en una terracita de unas vistas maravillosas del barrio de Alfama se nos acercó un chico senegalés ofreciéndonos sus mercancías, en un principio le dijimos que no queríamos nada y el con una amplia sonrisa nos preguntó si éramos españoles, nos contó que él conocía algunos sitios de España y nosotros le explicamos que la prima Cloti estaban casada con un senegalés y que nos gustaría algún día visitar el Lago Rosa en Dakar. En ese momento sacó dos pulseras con motivos africanos y nos las colocó en las muñecas, nos dijo que eran amuletos de buena suerte y desde ese momento papá y yo las lucimos orgullosos, ojala la buena suerte se traduzca en una espera más corta. Cariño el viajar te hace estar más cerca del diferente y el darte de cuenta que por muy distinta que pueda parecer la persona, por muy lejano que sea su lugar de procedencia, las pesonas somos nada más y nada menos que eso PERSONAS.

Esa misma noche nos fuimos a uno de los muchos lugares donde se puede disfrutar de una velada escuchando fado, que música tan evocadora y preciosa, estos lugares suelen estar llenísimos de gente de todo el mundo y justito a nuestro lado, compartiendo mesa y una cena estupenda, estaban Deby ( no se si se escribe así) y Jorge una pareja de americanos de Texas, amabilísimos, con los que papi entabló conversación y con los que yo hacía verdaderos esfuerzos por que me entendieran aunque creo que no lo conseguí del todo ( he comprobado que mi inglés es corto y mi paciencia más todavía). A pesar de las barreras del idioma la cena fue entrañable, los fados preciosos, la comida un lujo y la compañía también.

Quiero darle las gracias a tu padre por hacerme disfrutar de estos días tan maravillosos, hemos decidido que la mejor manera de esperarte es viviendo la vida plenamente y en ello estamos.
TE QUIERO MI AMOR