Hoy 09 de mayo es el cumpleaños de Esperanza y como el domingo pasado fue el día de la Madre no hay mejor momento para hablarte de ella, de Mi Madrina:
Esperanza es una mujer menuda e inquieta, tanto que a sus 82 años ¡Quien lo diría! todavía encala el patio de casa de los abuelos, que luce como un vergel con sus rosales, geranios, gitanillas, tulipanes, jazmines; entre tanto color y aroma destacan su hermosas y verdes pilistras que depende de la época del año reposan en el patio o se muestran orgullosas en perfecta formación flanqueando la entrada al portal de nuestra casa, siendo la envidia de todo el que viene a visitarnos.
Esta mujer tiene un don para las plantas, cuando yo, que soy un auténtico desastre, la llamo y le digo: "Espe mi poto está amarillo y tristón", ella diligente y casi siempre en solitario realiza un ritual sólo por ella conocido que en un tiempo record hace que la maceta vuelva a lucir en su tiesto como si nada hubiera pasado.
Otra característica que la define es su afán de servicio, excesivo algunas veces diría yo, su primera frase cuando alguien entra en la casa es: "¿cómo estáis?,anda sentaros y tomaros un cafelico o una cervecica", el final de la frase cambia según sea la hora de la visita, si por ella fuera las lorzas que adornan los "importantes" cuerpos de esta familia se multiplicarían por cuatro. A Esperanza no la verás nunca sentada, ni siquiera a la hora de comer, a veces me pregunto si no le dolerán nunca las piernas.
Nuestra Espe, la queremos tanto y nos quiere tanto que se alegra con todo lo que le pasa a cada uno de nosotros, pero también se preocupa por cualquier cosa que pueda sucedernos:
- Se preocupa cuando la tía Cloti coje su coche y se va para Zaragoza.
- Cuando por las noches la llamo y le digo: "Espe dile a mi madre que ya estoy en casa", desde el otro lado del teléfono me responde con un suspiro de alivio: "¿tan tarde hija mía? no trabajes tanto".
- Su voz suena a preocupación cuando desde la terraza que da al patio cuando nos ve a papá y a mi con el casco en la mano:, nos dice: "¿Qué, os vais a dar un paseico con la moto?".
- Cuando a medio día llego a la casa de la abuela, siempre con prisa a recoger la comida que tan diligentemente me ha preparado y que siempre mantiene caliente, después de decirme: "aquí tienes la comida que no se te enfríe," añade con preocupación: "tranquilízate que te va a dar algo".
- Y sé que todos los días se preocupa por tu tardanza, no llega a comprender que puede pasar para que tú no estés ya con nosotros.
Yo digo que nos queremos tanto que cuando nos enfadamos lo hacemos con la intensidad que lo hacen aquellos que saben que en cinco minutos todo se habrá olvidado.
Alguna vez Esperanza con nostalgia me ha dicho: "a mi me hubiera gustado tener un hijo", yo quisiera que ella sintiera que ha sido un poco la madre de todos nosotros.
Esperanza es una mujer menuda e inquieta, tanto que a sus 82 años ¡Quien lo diría! todavía encala el patio de casa de los abuelos, que luce como un vergel con sus rosales, geranios, gitanillas, tulipanes, jazmines; entre tanto color y aroma destacan su hermosas y verdes pilistras que depende de la época del año reposan en el patio o se muestran orgullosas en perfecta formación flanqueando la entrada al portal de nuestra casa, siendo la envidia de todo el que viene a visitarnos.
Esta mujer tiene un don para las plantas, cuando yo, que soy un auténtico desastre, la llamo y le digo: "Espe mi poto está amarillo y tristón", ella diligente y casi siempre en solitario realiza un ritual sólo por ella conocido que en un tiempo record hace que la maceta vuelva a lucir en su tiesto como si nada hubiera pasado.
Otra característica que la define es su afán de servicio, excesivo algunas veces diría yo, su primera frase cuando alguien entra en la casa es: "¿cómo estáis?,anda sentaros y tomaros un cafelico o una cervecica", el final de la frase cambia según sea la hora de la visita, si por ella fuera las lorzas que adornan los "importantes" cuerpos de esta familia se multiplicarían por cuatro. A Esperanza no la verás nunca sentada, ni siquiera a la hora de comer, a veces me pregunto si no le dolerán nunca las piernas.
Nuestra Espe, la queremos tanto y nos quiere tanto que se alegra con todo lo que le pasa a cada uno de nosotros, pero también se preocupa por cualquier cosa que pueda sucedernos:
- Se preocupa cuando la tía Cloti coje su coche y se va para Zaragoza.
- Cuando por las noches la llamo y le digo: "Espe dile a mi madre que ya estoy en casa", desde el otro lado del teléfono me responde con un suspiro de alivio: "¿tan tarde hija mía? no trabajes tanto".
- Su voz suena a preocupación cuando desde la terraza que da al patio cuando nos ve a papá y a mi con el casco en la mano:, nos dice: "¿Qué, os vais a dar un paseico con la moto?".
- Cuando a medio día llego a la casa de la abuela, siempre con prisa a recoger la comida que tan diligentemente me ha preparado y que siempre mantiene caliente, después de decirme: "aquí tienes la comida que no se te enfríe," añade con preocupación: "tranquilízate que te va a dar algo".
- Y sé que todos los días se preocupa por tu tardanza, no llega a comprender que puede pasar para que tú no estés ya con nosotros.
Yo digo que nos queremos tanto que cuando nos enfadamos lo hacemos con la intensidad que lo hacen aquellos que saben que en cinco minutos todo se habrá olvidado.
Alguna vez Esperanza con nostalgia me ha dicho: "a mi me hubiera gustado tener un hijo", yo quisiera que ella sintiera que ha sido un poco la madre de todos nosotros.
Por eso quiero pedirte que te unas a resto de la familia para desearle a Espe: ¡ FELIZ 82 CUMPLEAÑOS!
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